Monday, June 29, 2009

Recomendando autores para niños y adultos


Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Subprogramas de Especialización en Lectura y Escritura

Curso: Lectura para Niños y Jóvenes


Víctor Mendizábal
C.I. 14.095.615





Nació en Barquisimeto en el año de 1903. Después de muchos años de ejercicio poético de altura y poder excepcionales, tan es así que es considerado como uno de los mejores poetas de América, Antonio Arráiz entró con la genial capacidad literaria que posee a la actualidad de narrador de cuento y novela. “Puros Hombres”, “Dámaso Velásquez”, son ejemplos novelísticos de indiscutible fuerza. Dentro del cuento ha dado iguales muestras de que su poder creador acepta y domina las dificultades de cualquier género. Especialmente grata la obra que ha realizado al aprovechar figuras tradicionales de nuestro folklore y utilizar lindas caricaturas de animales para fabricar deliciosas fábulas de sarcástica intención. La forma usada por Arráiz es antigua pero le da original sentido la fusión de una expresión lujosa y poética sobre un fondo narrativo de frescura infantil. Arráiz nos cuenta en sus historias de animales viejos enigmas, misterios conocidos, opiniones corrientes, pero su estructura poética y su riqueza verbal hacen vivir en estos cuentos suyos un mundo coloreado de plumas, de escamas, de aguas, de leyendas, por el cual el sarcasmo y la crítica desvanecen sus puntas en la travesura de un juego de arte. Estos cuentos de Arráiz son equiparables a lo mejor que haya él realizado en poesía y novela.



La Cucarachita Martínez. Fragmentos.
1º Entrega



El sultán se acostó con Sherazada en un estrado muy alto, como es costumbre entre los monarcas de Oriente, y Doniazada en una cama que se había instalado junto al lecho nupcial.

Una hora antes del amanecer, Doniazada se despertó y se apresuró a hacer lo que su hermana le había recomendado.


- Hermana mía –le dijo-, si no duermes cuéntame, mientras llega el día, que asomará pronto, uno de esos hermosos cuentos que sabes. ¡Quizás será ésta la última vez que tendré el placer de oírlos!


Sherazada, en vez de contestar a su hermana, se dirigió al Sultán, diciendo:


-Señor, ¿me permitís que complazca a mi hermana en esto que me pide?

-Con mucho gusto –respondió el sultán.

Entonces Sherazada le dijo a Doniazada que estuviera atenta, y dirigiendo la palabra al sultán, habló así:

Estaba la Cucarachita Martínez barriendo el sótano de la cueva bajo la mirada vigilante y ceñuda de Misia Rata, cuando se encontró un mediecito. En el primer instante palideció: quedó inmóvil, fría de emoción, las dos manos temblorosas apoyadas en el palo de la escoba y el corazoncito disparado en loco vértigo. ¡Ay de ella si hubiera perdido la serenidad!



-¿Qué te pasa? - le interrogó al momento Misia Rata.



Pero la Cucarachita Martínez estaba acostumbrada a reaccionar con viveza.


-Nada – dijo -. Me quedé pensando si le habíamos puesto orégano al asado. Yo creo que se nos olvidó el orégano. Todavía habrá tiempo de ponérselo.

-Ya lo creo que le puse su orégano – replicó, iracunda, la Rata-. ¿Qué te estás creyendo? El asado quien lo está haciendo soy yo. ¿Te imaginas que soy como tú, una zagarileja sin fundamento a la que todo se le olvida? Se me figura que debes estar enamorada. Estas muchachas de ahora no viven sino pensando en la vespertina, y en el paseo en automóvil, y en emperifollarse todo el santo día para ir diz que a oir una conferencia en el Pedagógico. ¡Dígame eso! ¿Desde cuándo las mujeres servirán para conferencias? La mujer, metida en su cocina, y al llegar la noche, a rezar el rosario para acostarse. ¡Cuándo las mujeres de mi tiempo! Yo, a tu edad, a estas horas ya tenía toda la casa como una tacita de plata, y todavía, con los años que tengo, te apuesto a que no se me ha olvidado ponerle orégano al asado.

Se reposó, tomó un sorbo de carato de guanábana con leche, que tenía en un vaso al alcance de la mano, y al cabo de un rato agregó:

-Sin embargo, por lo que pueda suceder, voy a ver si le puse orégano al asado.


Un minuto después regresaba triunfante de la cocina.

-¿No te lo decía yo? ¡Ya lo creo que le puse su orégano! Su orégano, su perejil, su adobo y todo lo demás. A mí no se me olvida nada, ¿lo has oído bien, niña? ¡Nada!

Sumamente majestuosa se tomó el resto del refresco.

Pero en el breve intervalo de su ausencia, la Cucarachita Martínez, rápida como una lanzadera de telar, había recogido el mediecito del suelo y lo guardó en el bolsillo del delantal.

Era un mediecito, auténticamente: todo un señor mediecito. Bastante liso: el rostro del Libertador se adivinaba más por el amor y la devoción de quienes lo contemplaban, que porque apareciese en realidad en rasgos visibles sobre la superficie. Pero, de todos modos era un mediecito.

-Una verdadera pieza de valor monetario, de ley de 835, diámetro de 16 milímetros y peso de 1,25 gramos –sentenció el Sietecueros-. La moneda tiene un valor real y uno simbólico: el valor real representa el metal precioso que contiene, que en el caso concreto es la plata en una aleación con cobre de 8,35 por 1,65. La plata es el Argentum de los latinos, y el símbolo con el que se le distingue es Ag. El valor simbólico expresa su poder adquisitivo, que varía según las fluctuaciones del mercado y el costo de la vida; y asimismo, la cantidad de valor del trabajo que se condensa en la moneda. La moneda fue inventada por los fenicios, y, rápidamente popularizada, ha sido adoptada por todo el mundo como el medio circulatorio más eficaz para las transacciones comerciales.

Nunca hubiera terminado su disertación, de no ser por la paloma, quien, abriendo con expresión inocente los hermosos ojos, interrogó de pronto:


-¿Por qué serán redondos los mediecitos?

-Jesús, niña: ¡Qué poco vuelo de inteligencia la tuya!- le replicó en el acto la gallineta -. Los mediecitos, y todas las monedas son redondas, porque sino no se podrían meter por los huecos de las alcancías.

La gallineta era bachillera en filosofía y letras, y todo cuanto pronunciaba rezumaba su profunda sabiduría.


-Yo creo más bien que las monedas son redondas para que …

Al llegar aquí, Sherazada vio que despuntaba el día, y sabiendo que el Sultán se levantaba muy temprano para rezar sus oraciones matutinas suspendió su relato.

-En verdad tu historia es bonita, amena y maravillosa- dijo Doniazada.

-Pues lo referido hasta ahora –replicó Sherazada-, no es nada en comparación de lo que referiré en la próxima noche, si el rey, mi Señor me concede la vida hasta entonces. Lo que falta es aún más maravilloso y sorprendente.


Schahriar, que había escuchado con placer a su esposa, se dijo: “Esperaré hasta mañana y la haré matar cuando haya terminado.

Referencias



  • Las Mil y una Noches. Tomo 1. (2003). Gustav Weil (Traductor). Edicomunicación, S.A. España.

  • Arráiz, A. (s.f). La Cucarachita Martínez y Ratón Pérez. En: Meneses, G. (1992). Antología del Cuento Venezolano. Monte avila editores. Caracas.

1 comment:

Lin said...

Víctor, gracias por enviarme el vínculo. Te visitaré seguido pues tu blog me parece muy prometedor.
Grcias por rescatar a la Cucarachita Martínez.

:)